Las iluminadas noches de Comas y Solá
De la crònica de Sempronio (Barcelona, 1908 - Sitges, 2006) a Los barceloneses (1959) sobre un referent català de l’astronomia i el periodisme científic, amb projecció universal. (Foto: Comas y Solá.)
Peces històriques triades per Josep Maria Casasús“Villa Urania” y el nombre de quien fue su propietario, don José Comas y Solá, vuelven a reclamar la atención del público tras unos años de sigilo. “Villa Urania” es una torre deliciosamente cursi de San Gervasio. Pero, mirada con los ojos del alma, es el santuario de la astronomía local. Desde su ecuatorial Grubb, Barcelona se asomó a los hemisferios celestes. Entonces, San Gervasio era una agrupación de casitas de recreo que no impedían la exploración del firmamento. -Ahora, de querer dedicar la “Villa Urania” a estudios astronómicos, el Ayuntamiento deberá sustituirla con un rascacielos, para que las casas de pisos no obstruyan el campo de su telescopio -me dicen. Cuando don José Comas y Solá, buen burgués y amante de la ciencia, decidió consagrar las noches hogareñas a la observación del cielo, la actual calle de Zaragoza ostentaba aún el nombre de San Felipe. Y la astronomía era en Barcelona una afición incipiente y algo extravagante. Los astrónomos eran unos románticos convencidos de que el anteojo iba a darles respuesta a todo. Corrían los tiempos de la fabulosa popularidad de Flammarion. Lo que luego ha degenerado en matemáticas, entonces era poesía. Don José colocó su observatorio doméstico y su casa bajo la protección de Afrodita, en su griega y celeste advocación de Urania… El morador de “Villa Urania”, entre observación y observación, hizo sus pinitos filosóficos. Escribió unos “Ensayos de filosofía científica”, un estudio acerca del “Espiritismo ante la ciencia”, etc. La música de las esferas, escuchada desde San Gervasio, daba alas a su imaginación. -Sin embargo, fue Comas y Solá un observador notable -me asegura hoy quien le conoció bastante- . Y un vulgarizador de primer orden. De su personalidad como sagaz observador del cielo quedan testimonios incontrovertibles. Primordialmente, un cometa que lleva su nombre. El cometa Comas y Solá, que cada ocho años y pico aparece en el espacio para dar lustre al nombre de su descubridor. […] Y en las páginas de los diarios dejó publicados millares de artículos. […]