ABANS D’ARA
Efímers21/02/2016

La República Federal es la paz (1873)

D’Almirall (Barcelona, 1841-1904) a El Estado Catalán (IV-1873) i caricatura a La Flaca (III-1873)

Valentí Almirall
i Valentí Almirall

Peces històriques triades per Josep Maria CasasúsLa España unitaria ha sido siempre aficionada a correr aventuras, y se ha metido las más de las veces a desfacer agravios que poco o nada la interesaban. Por esto algún comentador del Quijote ha encontrado que los dos tipos principales de la obra del inmortal manco de Lepanto representaban con toda exactitud a los gobiernos y al pueblo español. Los primeros, viendo en todas partes visiones, soñando aventuras que han de reportarles eterna fama; el segundo, viendo la realidad, manifestándolo a su señor, y dejándose arrastrar por éste a recibir palos, pedradas y pisotones de animales inmundos. No hay que registrar las páginas de la historia de los tiempos pasados para encontrar datos que prueban la afición de los gobiernos españoles a las aventuras quijotescas. La historia contemporánea nos lo demuestra. Recuérdense las expediciones a Cochinchina y a Méjico en defensa de intereses que no eran ciertamente nuestros, la guerra de Santo Domingo, y la de África, tan cacareada como poco provechosa. Además los gobiernos unitarios en España han hecho consistir la gloria en extender sus dominios, y la frase tan sabida de que no se ponía el sol en los dominios de España era el bello ideal de nuestros gobiernos, el tipo de sus aspiraciones, la base de su soberbia. No calcularon nunca los tesoros y las vidas que costó llegar a tal punto, no vieron que eran simplemente conquistadores; pero que no llevaban con ellos una idea siquiera, que su afán era dominar, no civilizar; que extendían la tiranía y no la justicia, y que su obra no podía ser sólida porque se basaba en la iniquidad; pero ésta satisfacía el orgullo de los magnates, y hubo rey que pudo soñar en la monarquía universal. Todo se derrumbó, y de aquella inmensa monarquía queda la base primitiva, pero desmembrada, empobrecida y devastada; sólo quedan recuerdos de odio; ni una idea, ni un hecho que pueda considerarse glorioso desde el punto de vista moderno. […]