El teatro en Rusia y Norteamérica
Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsTodavía no se han puesto de acuerdo críticos y autores acerca de lo que sea, o deba ser, el “teatro del pueblo”. Nosotros somos, claro, demasiado modestos para lanzarnos a descubrir lo que otros no hayan descubierto. Pero si no sabemos lo que el teatro del pueblo debe ser si conocemos, exactamente, lo que no debe ser. Sencillamente, no debe ser teatro rancio, ni teatro malo. Y en estas dos categorías -ya en inferioridad, ya en ranciedumbre,- están los “Juan José”, las “Terra Baixa”, los dramas mal llamados sociales y los melodramas con ribetes de mitin, que se brindan como “teatro del pueblo” -ofendiendo al buen gusto del pueblo,- desde los carteles de los teatros. Todo tiempo de gran vitalidad, toda época vibrante y combativa -tal esta nuestra-, excluye y barre las filigranas del “arte por el arte”. La consigna es, para todos, servir. Indistintamente, con el fusil, o con la pluma, con la palabra, el martillo, o los pinceles, servir; servir a una causa, un ideal, una tendencia. Mas ¡ay! todas las cosas hechas por el hombre, tienen, aparte su tendencia, su calidad. Y si la calidad es inferior, la causa, el ideal, quedan mal servidos. Tal suele ser, casi sin excepción, el desastroso sino del arte tendencioso. […] El teatro que aquí han compuesto los autores hasta hoy para el pueblo, adolece, en cuanto a calidades artísticas, de los mismos pecados que el teatro incoloro, deslavazado, de los viernes de moda o los sábados blancos. […] Sólo en dos países tiene el teatro actual savia nueva. Sólo en dos pueblos se dirige el teatro de hoy a la multitud, esto es, al público, esto es, al pueblo. Ello es, en la hora que vivimos, en Rusia y en Norteamérica. Nada más distante que uno y otro país. Nada más distinto que uno y otro régimen de Gobierno. Nada más opuesto, en cuanto a organización que el teatro de Estado de la U. R. S. S. y las poderosas empresas capitalistas que rigen las cadenas de teatros yanquis... [..] Y es que las causas que determinan la pujanza de una dada manifestación artística, son otras que las que mueven los resortes políticos. He aquí, por ejemplo, una causa biológica: la juventud. Rusia llega a la civilización mucho más tarde que los otros pueblos europeos, y durante largo tiempo es tributaria de una tradición escénica ajena, de la que comienza a emanciparse en el siglo pasado; al igual, Norteamérica se encuentra, en sus albores como nación, usando moldes de espectáculos creados, usados y envejecidos en otras naciones, de los que a fin de siglo -exactamente: al impulsar el cine, su cine- se desentiende. […]