Peces Històriques Triades Per Josep Maria Casasús
11/01/2013

¿Sabe usted quién era Mercè Rodoreda?

La semana pasada pregunté por Mercè Rodoreda en una librería de Barcelona y me dijeron que había muerto hace un mes. La noticia me causó una pena muy grande, primero por la admiración muy justa que siento por sus libros y segundo por el hecho inmerecido de que la noticia de su muerte no se hubiera publicado fuera de España con el despliegue y los honores debidos. Al parecer, pocas personas saben fuera de Cataluña quién era esa mujer invisible que escribía en un catalán espléndido unas novelas hermosas y duras como no se encuentran muchas en las letras actuales. Una de ellas - La plaza del Diamante - es, a mi juicio, la más bella que se ha publicado en España después de la guerra civil.

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La razón de que se la conozca tan poco, aun dentro de España, no puede atribuirse a que hubiera escrito en una lengua de ámbito reducido, ni a que sus dramas humanos transcurran en un rincón secreto de la muy secreta ciudad de Barcelona, pues sus libros han sido traducidos a más de diez idiomas y en todos ellos han sido objeto de comentarios críticos mucho más entusiastas de los que merecieron en su propio país. "Éste es uno de los libros de alcance universal que haya escrito el amor", escribió en su momento el crítico francés Michel Cournot, refiriéndose a La plaza del Diamante . Diana Athill, sobre la versión inglesa, escribió: "Es la mejor novela publicada en España en muchos años". […]

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Yo la leí en castellano por esos tiempos, y mi deslumbramiento fue apenas comparable al que me había causado la primera lectura de Pedro Páramo , de Juan Rulfo, aunque los dos libros no tienen en común sino la transparencia de su belleza.

A partir de entonces, no sé cuántas veces la he vuelto a leer, y varias de ellas en catalán, con un esfuerzo que dice mucho de mi devoción. […] Un escritor que todavía sabe cómo se llaman las cosas tiene salvada la mitad del alma, y Mercè Rodoreda lo sabía a placer en su lengua materna. En castellano, en cambio, no todos los escritores lo sabemos, y en algunos se nota más de lo que nosotros mismos creemos. […]

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Gabriel García Márquez 1983