ABANS D’ARA
Opinió08/07/2021

La “larga marcha” del comunismo chino (1972)

Peces Històriques Triades Per Josep Maria Casasús

Luis Molla 1972
i Luis Molla 1972

De l’informe periodístic de Lluís Molla Gombau (Barcelona, 1943-2010) en el número de la revista mensual Dossier-Mundo (III-1972) dedicat als primers senyals d’aperturisme a la Xina de Mao (entrada del país a l’ONU i viatge del president nord-americà Richard Nixon a Pequín). El Partit Comunista Xinès celebra aquests dies el centenari de la seva fundació.

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El medio siglo de existencia del Partido comunista chino -Kung Chang Tang- es la historia de los desacuerdos sobre las concepciones tácticas y el reflejo de profundas divergencias políticas en la República Popular. Conflictos de análisis y de interpretación -resueltos casi siempre favorablemente a Mao Tse-tung- que han proseguido hasta hoy. Así lo demuestra el recientísimo affaire protagonizado por Lin Piao y finalizado por la depuración política del hombre que en 1969 fue designado número dos del Partido y delfín del Régimen. El desarrollo del Partido comunista chino -PCCh- está marcado por tres grandes etapas. Veintiocho años separan su fundación, el 1 de julio de 1921 en una escuela de muchachas de la concesión francesa de Changai, de la proclamación de la República Popular China el 1 de octubre de 1948, en la Plaza de la Paz Celeste de Pekín. Un primer período que puede considerarse como la protohistoria de la nueva China y que potenció el paso de seiscientos millones de personas -entonces- al campo socialista. Desde su fundación al triunfo de la revolución, el PCCh vive su época de las catacumbas: los años difíciles de la obligada colaboración con el Kuomintang [partit que des del 1912 propugnava unificar Xina amb un règim republicà sense rèmores colonials], de la relación sumisa con la Unión Soviética, y de guerra popular. Años, en suma, en los que las abrumadoras dificultades externas reclaman, al menos aparentemente, una absoluta cohesión interna. Sigue una segunda época, finalizada en los días de la Revolución Cultural, en la que el ejercicio del poder hizo aflorar los larvados problemas políticos, las dificultades ya señaladas e incluso bajo la posterior intervención en la guerra de Corea a la que pondría fin el armisticio de 27 de julio de 1953. Por último, el período que reafirmó, en el IX Congreso del PCCh, la autoridad de Mao Tse-tung y al que puede añadírsele un nuevo tiempo que empieza en las incógnitas de lo ocurrido en torno a la depuración de Lin Piao. Una historia, en suma, de tensiones y diálogo permanente entre las distintas “líneas” del Partido y entre éste y la masa de los ciudadanos chinos. [….] Varios comentaristas han enmarcado la nueva línea del PCCh en las circunstancias del mundo tripolar de hoy. En un repaso de la historia de las depuraciones del comunismo chino -hecha salvedad de la Revolución Cultural- se subraya que muchas han obedecido a desviaciones hacia Moscú, y, por otra parte, no es impensable que en estos momentos Pekin tema a Moscú por encima de Washington, simplemente por consideraciones geopolíticas. […]