ABANS D’ARA
Opinió07/07/2021

Edgar Morin, la fe, la duda y el orden (1981)

Peces Històriques Triades Per Josep Maria Casasús

Félix Pujol 1981
i Félix Pujol 1981

De l’interviu de Fèlix Pujol (Barcelona, 1943-2021) a Edgar Morin (París, 1921) publicat a 'La Vanguardia' (3-IV-1981) a propòsit d’una de les seves estades a Barcelona. Avui és el centenari d’aquest filòsof i sociòleg, autor de L’esprit du temps. Essai sur la culture de masse (1962), obra determinant en l’embranzida dels nous estudis de comunicació a Catalunya.

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Edgar Morin; 59 años [1981]; casado tres veces; dos hijas; nació en París; director de investigación del Centro Nacional de Investigación Científica francés; se define “un poco filósofo, un poco científico”; […] - ¿Qué ha marcado más su vida? ¿un hecho o una idea? -(Piensa; suspira). Digamos que pienso que son los hechos… pero creo que lo que más marca la vida son las cosas infantiles. Pienso que la muerte de mi madre, cuando yo tenía nueve años... ¡Es un hecho impresionante! Y después, la guerra, la ocupación alemana…

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Edgar Morin es autor de numerosos libros sobre pensamiento político, sobre antroposociología. Militante del Partido Comunista Francés desde la época de la Resistencia, fue expulsado del mismo en 1951 por su antiestalinismo. Desde entonces, es incesante su búsqueda de un equilibrio entre el hombre y el mundo que él mismo conforma. - Qué fue más difícil, ¿luchar en la Resistencia o enfrentarse a todo el PCF?-Lo segundo... La Resistencia era un momento de reconciliación con uno mismo… sin contradicciones… Era luchar por la Humanidad, por la Patria… Era una época muy feliz, a pesar de la guerra, de los amigos muertos, torturados. Para mí fue una época de libertad. - ¿Se envanece usted de haberse adelantado veinte años al eurocomunismo, al menos en algunos aspectos? -Sí... una cierta vanidad. (Sonríe)No lo había pensado nunca..., pero ahora que usted lo dice… Estoy contento de haber encontrado eso durante los años 50. A partir de entonces, al menos para mí, creo no haberme equivocado. […] - Usted dijo una vez que su patria era la falta de creencias. ¿No cree ni siquiera en usted mismo? - Yo creo en mí..., pero en la medida en que soy capaz de criticarme..., luchar contra el egocentrismo que existe en cada uno, pero especialmente en los autores, como yo lo soy, o en los personajes públicos. […] - ¿En quién cree más? ¿en usted o en la humanidad? - Yo creo más, sin creer, en la humanidad. Es decir, las ideas que me gustan, que expreso, lo que hago, son ideas que se dirigen a todos y a nadie…, es decir, a los humanos. El pensamiento importante para mí, no sólo es la naturaleza del hombre, sino el futuro de la humanidad. […] -¿Se ha equivocado muchas veces -en su vida? -(Piensa)En el plano de las ideas, tengo la impresión de que no muchas, desde hace unos 30 años. Y digo esto al releer los textos escritos. Ahora bien, sobre la gente sí puedo equivocarme, al desconfiar de alguien o confiar en quien no debo. - Me decía antes que no es escéptico, y yo diría que lo es, y mucho. - (Sonríe) Yo vivo la contradicción de la fe y la duda.[…] - ¿Cuál es el valor tradicional, social, sobre el que más duda? - (Rápido) ¡El orden! -¿A cuál se refiere? - A todo orden que se crea necesario e indispensable... A todo orden que se crea finalidad. Hay que tener más confianza en la creatividad y la libertad… […] y por eso he hecho esta referencia al orden. […]