Poesía jovial en las sardanas de Toldrà
Peces Històriques Triades Per Josep Maria CasasúsCon Eduardo Toldrà, músico integral, la sardana recupera la magia y la simplicidad primitiva enriquecida por la gracia de una escritura en la que el refinamiento no adultera la claridad de concepto. Todas las sardanas de Toldrà (compuso la primera -“Sol ponent”- a los 22 años y la última de un conjunto de treinta y cuatro -“Vallgorguina”- en 1950) tienen un idéntico valor. Aunque el inolvidable maestro no pudo dedicar a la composición más que una parte de su actividad artística, aunque sintiose naturalmente atraído por las formas más puras de la música de cámara y las canciones, siempre consideró la sardana como un medio de expresión propio. Toldrà, cuando se sentía alegre, cuando asistía a un acontecimiento feliz, a una circunstancia dichosa, escribía una sardana. Enamorado de su tierra, de la poesía del paisaje y de la vida, todas sus sardanas son un testimonio de sus afectos. A través de ellas podríamos seguirlos: “Ciseta”, “Mariona”, “Maria Isabel”, “Mariàngela”, perfilan estas dilecciones. Otros títulos evocan momentos de vivencia poética: “Sol ixent”, “La nevada”, “La nuvolada”, “Sol ponent”, “Capvespre”, “Lluna plena”, y los más describen imágenes, recuerdos e impresiones concretas: “Puig Neulós”, “La fageda d’en Jordà”, “Coll Forcat”, “Tamariu”, “Cantallops”, “Salou”, “Perafita”, “Vallgorguina”… En todas estas piezas la narración es clara, luminosa, transparente. Cuando escuchamos las sardanas de Toldrà evocamos siempre la palabra sincera, el temperamento noble y abierto del artista porque en su música hay, ante todo, una inmensa dosis de cordialidad.